Decidimos acabar el taller con dos sesiones de creación. Y es que MirArte ha sido desde el principio un espacio donde crear ha sido nuestro principal objetivo. Crear un espacio íntimo, seguro y cálido donde poder experimentar y ser uno mismo. Crear un sinfín de posibilidades para poder jugar, escuchar, contar, estar y hacer. En definitiva, crear para ser.
Durante el taller reflexionamos acerca de la presencia del ser humano en el mundo y de las relaciones que vamos tejiendo. Hemos establecido un diálogo constante entre los profesionales, las usuarias y el arte, que ha supuesto una comunicación con la realidad y con el otro, a través de un pensamiento crítico y reflexivo.
A través de ello, hemos ahondado en la mirada del otro para descubrirnos un poco a nosotros. Y allí, en el terreno único de los que somos hemos encontrado aquello que creiamos perdido. Todo este trabajo nos ha conducido a un gran trabajo final en el que las participantes han sido autènticas creadoras.
Llegan a la sala sin saber con lo que van a encontrarse: a ellas mismas. O la imagen de ellas mismas. Una fotografia de tamaño A2 en blanco y negro de cada una. Miles de pinceles, rotuladores y colores. Y una misión: pintar en la imagen aquello que a simple vista el otro no ve. Y es que a simple vista, cuesta detectar un gran corazón o una herida en el alma.
Vivimos en un mundo donde aquello que vemos se convierte en lo indiscutible. Creamos un mundo lleno de apariencias, prejuicios, miradas poco profundas y miedos. Destinamos poco tiempo a intentar sacar las grandes corazas que nos acompañan, repletas de sentencias sobre el otro que nos encarcelan a nosotros mismos al mismo tiempo. Por esto creemos importante poder mostrar al otro que se esconde detrás de un pelo morado.
Detrás de las seis imagenes descubrimos corazones sensibles, pasiones, recuerdos de infancia, aves fenix y almas de lunares. Y ellas han podido mirar, mirar al otro, y mirarse, a través de crear y crearse.
Para finalizar, decidimos proponer que cada una de las participantes pinte encima de sus compañeras aquello que ha descubierto durante este tiempo sobre ellas. Pedimos que lo hagan con respeto y siempre, mimando a la otra. Y nos damos cuenta que no es necesario. Todo este tiempo, ha servido para crear un vínculo entre ellas inimaginable el primer dia.
Con estas dos sesiones de creación, cerramos la primera parte del taller. Y las profesionales, nos damos cuenta de lo mucho que hemos aprendido las tres con ellas. Lejos de ser profesionales, nos descubrimos como mujeres con miedos, prejuicios, deseos, heridas y pasiones. Hemos cogido un cariño inmenso a las chicas, sí. Y de hecho, sabemos que ese amor es el que nutre cualquier relación humana.
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