Al entrar a la escuela con cabello largo, la profesora no sabía si era hombre o mujer, me hicieron cortar el cabello y seguía con aspecto femenino fui creciendo hasta que mi familia se dio cuenta que era homosexual y aquí comenzó mi calvario.
Tuve que huir de casa porque no aceptaban mi sexualidad... encontré personas maravillosas que me ayudaron mucho a salir adelante...HASTA QUE ME DIJE EL MUNDO NO SE ACABA AQUÍ. Me dedique a trabajar en lo que fuera para demostrar a mi familia que soy persona y no un bicho raro como me solían decir, me costó mucho pero triunfe.
Comencé a hormonarme, mi cuerpo se transformaba y me sentía muy bien, IGUAL PERO DIFERENTE, al paso del tiempo las hormonas me hicieron tanto daño (las compraba sin receta médica) tenía una figura estupenda pero sin darme cuenta me estaba matando lentamente...Empecé a enfermar de los riñones, fue algo espantoso me costó más la enfermedad que la vanidad. Estuve internada varios meses en un centro médico para desintoxicarme de tanta hormona que me inyectaba, me costó mucho dinero pero gracias al médico que me asistió me recuperé muy poco a poco. Me quedaron secuelas...piernas destrozadas con varices, hipertensión arterial y depresión.
Seguí el tratamiento y el médico me prohibió la hormona de por vida, el médico me recomendó un cirujano plástico, y no me quedo más remedio que operarme, tome la decisión sabiendo que no tenia marcha atrás. Operada tuve que enfrentarme a mis padres, esta vez no me rechazaron se dieron cuenta el valor que yo tenía al enfrentarme a tantas operaciones, entendieron que yo no quería ser un hombre...estaba escondida en un cuerpo…se arrepintieron de haberme rechazado y se pusieron de acuerdo para apoyarme en seguir adelante.
Lo importante en estos casos es no derrumbarse por el rechazo de la familia, tener fuerza de carácter para seguir delante, Y DEMOSTRAR LO MUCHO QUE VALEMOS, Somos seres humanos que también sufrimos y lloramos como todo el mundo.
Sara Ortega